Los altercados que sacudieron los suburbios franceses en el otoño de 2005 (¡hace ya diez años!) son un accidente en el recorrido del estado social pero también se les puede otorgar un valor de pronóstico: ¿de qué nos «hablan» exactamente? Ante todo, ¿de la crisis cada vez más manifiesta del estado del bienestar?, o bien, de un modo más preocupante y más radical, ¿del advenimiento de un nuevo régimen de la conflictividad política?
Según la hipótesis que sostendremos aquí, la aparición de la plebe, en el fragor de los disturbios, indica el agotamiento de la figura de la lucha de clases amansada, o también de la complementariedad conflictiva entre representantes legítimos del pueblo bajo y del pueblo del estado. En tiempos de democracia inmunitaria, la plebe es quien, de una manera irregular, imprevisible y estridente, hace retornar al terreno de la política anestesiada la realidad de los antagonismos y de las diferencias insuperabl